Más de cuatro décadas después de que los misteriosos sonidos del ‘Bio-Duck’ se registraran por primera vez en el Océano Austral, los investigadores pueden estar cerca de desentrañar el enigma. Ross Chapman, profesor emérito de acústica oceánica en la Universidad de Victoria en Canadá, presentó el trabajo de su equipo en la 187ª Reunión virtual de la Sociedad de Acústica de América, discutiendo grabaciones misteriosas y proporcionando más evidencia de una conversación entre múltiples animales.
La investigación de Chapman implicó analizar datos registrados durante un experimento en julio de 1982, donde investigadores de la Universidad Victoria de Wellington grabaron tonos cortos y extraños que se asemejaban a graznidos mientras creaban un paisaje sonoro de la cuenca del sur de Fiji, contribuyendo al misterio actual del ‘Bio-Duck’.
La regularidad de los sonidos sugirió inicialmente que no eran de origen biológico. Tras un análisis más detallado, el equipo de Chapman determinó que el sonido tenía que provenir de un animal. «Descubrimos que normalmente había varios parlantes en diferentes lugares del océano y todos emitían esos sonidos», afirmó Chapman. «Entonces el primer hablante dejaría de hablar y escucharía las respuestas de los demás», destacando la posibilidad de una conversación entre las criaturas, añadió.
Los investigadores utilizaron una antena acústica, un grupo de hidrófonos remolcados detrás de un barco, para detectar y registrar los sonidos del océano desde todas las direcciones. Esto les permitió identificar exactamente dónde se producían los sonidos inusuales. A pesar de estos hallazgos, no hubo evidencia independiente de avistamientos visuales de las ballenas emitiendo los sonidos en los datos de Nueva Zelanda.
Aunque el sonido siempre lo emiten las ballenas minke antárticas, todavía hay un misterio: se desconoce el propósito de las llamadas. «Tal vez estaban hablando de la cena, tal vez eran padres hablando con sus hijos, o tal vez simplemente estaban comentando sobre ese barco loco que no paraba de ir y venir arrastrando ese largo cable detrás de sí», especuló Chapman.
En 2014, los científicos pudieron vincular el sonido del ‘Bio-Duck’ con las ballenas minke antárticas (Balaenoptera bonaerensis) utilizando etiquetas que registraban el comportamiento de las ballenas, proporcionando evidencia concluyente de que el sonido fue producido por estas ballenas.
Los hallazgos fueron informados por Science Alert, Popular Science e IFLScience, entre otros sitios web.
Este artículo fue escrito en colaboración con la empresa de IA generativa Alchemiq.