Hoja informativa

El aire es una fuente de nutrientes que se pasa por alto

¿Conoces esa sensación que tienes cuando respiras aire fresco en la naturaleza? Puede que haya algo más que una simple falta de contaminación.

Cuando pensamos en nutrientes, pensamos en cosas que obtenemos de nuestra dieta. Pero una mirada cuidadosa a la literatura científica muestra que hay pruebas sólidas de que los humanos también pueden absorber algunos nutrientes del aire.

En un nuevo artículo de perspectiva publicado en Advances in Nutrition, llamamos a estos nutrientes inhalados «aeronutrientes», para diferenciarlos de los «gastronutrientes» que son absorbidos por el intestino.

Proponemos que la respiración complemente nuestra dieta con nutrientes esenciales como yodo, zinc, manganeso y algunas vitaminas. Esta idea está fuertemente respaldada por los datos publicados. Entonces, ¿por qué no has oído hablar de esto hasta ahora?

La respiración es constante.

Respiramos unos 9.000 litros de aire al día y 438 millones de litros a lo largo de la vida. A diferencia de comer, la respiración nunca se detiene. Nuestra exposición a los componentes del aire, incluso en concentraciones muy pequeñas, aumenta con el tiempo.

Hasta la fecha, gran parte de la investigación sobre los efectos del aire en la salud se ha centrado en la contaminación. La atención se centra en filtrar lo que es malo, en lugar de lo que podría ser beneficioso. Además, debido a que una sola respiración contiene cantidades minúsculas de nutrientes, no parecía significativa.

Durante milenios, diferentes culturas han valorado la naturaleza y el aire fresco como algo saludable. Nuestro concepto de aeronutrientes muestra que estos puntos de vista están respaldados por la ciencia. El oxígeno, por ejemplo, es técnicamente un nutriente, una sustancia química “que necesita el cuerpo para mantener las funciones básicas”.

Simplemente no tendemos a referirnos a él de esa manera porque lo respiramos en lugar de comerlo.

Entonces, ¿cómo funcionan los aeronutrientes?

Los aeronutrientes ingresan a nuestro cuerpo al ser absorbidos a través de redes de pequeños vasos sanguíneos en la nariz, los pulmones, el epitelio olfativo (el área donde se detecta el olor) y la orofaringe (la parte posterior de la garganta).

Los pulmones pueden absorber moléculas mucho más grandes que el intestino: 260 veces más grandes, para ser exactos. Estas moléculas se absorben intactas en el torrente sanguíneo y el cerebro.

Las drogas que se pueden inhalar (como la cocaína, la nicotina y los anestésicos, por nombrar algunas) ingresarán al cuerpo en segundos. Son eficaces en concentraciones mucho más bajas de las que serían necesarias si se consumieran por vía oral.

En comparación, el intestino descompone las sustancias en sus partes más pequeñas con enzimas y ácidos. Una vez que ingresan al torrente sanguíneo, el hígado los metaboliza y desintoxica.

El intestino es excelente para absorber almidones, azúcares y aminoácidos, pero no es tan bueno para absorber ciertas clases de medicamentos. De hecho, los científicos trabajan continuamente para mejorar los medicamentos para que podamos tomarlos por vía oral de manera eficaz.

La evidencia ha existido durante décadas.

Muchas de las ideas científicas que son obvias en retrospectiva han estado bajo nuestras narices todo el tiempo. Una investigación de la década de 1960 encontró que los trabajadores de lavandería expuestos al yodo en el aire tenían niveles más altos de yodo en la sangre y la orina.

Más recientemente, investigadores en Irlanda estudiaron a escolares que vivían cerca de zonas costeras ricas en algas, donde los niveles de yodo atmosférico eran mucho más altos. Estos niños tenían significativamente más yodo en la orina y tenían menos probabilidades de tener deficiencia de yodo que los que vivían en zonas costeras o rurales con menos algas marinas. No hubo diferencias en el yodo en su dieta.

Esto sugiere que el yodo en el aire, especialmente en lugares con muchas algas marinas, podría ayudar a complementar el yodo en la dieta. Eso lo convierte en un aeronutriente que nuestro cuerpo podría absorber a través de la respiración.

El manganeso y el zinc pueden ingresar al cerebro a través de las neuronas que perciben el olfato en la nariz. El manganeso es un nutriente esencial, pero su exceso puede dañar el cerebro. Esto se observa en los soldadores, que están expuestos a altos niveles del aire y tienen niveles dañinos de acumulación de manganeso.

Los cilios (estructuras parecidas a pelos) del sistema olfativo y respiratorio tienen receptores especiales que pueden unirse a una variedad de otros aeronutrientes potenciales. Estos incluyen nutrientes como colina, vitamina C, calcio, manganeso, magnesio, hierro e incluso aminoácidos.

Una investigación publicada hace más de 70 años ha demostrado que la vitamina B12 en aerosol puede tratar la deficiencia de vitamina B12. Esto es muy importante para las personas que tienen altas tasas de deficiencia de B12, como los veganos, las personas mayores, las personas con diabetes y las que consumen demasiado alcohol.

Si aceptamos aeronutrientes, ¿qué sigue?

Todavía hay muchas incógnitas. En primer lugar, debemos descubrir qué componentes del aire son beneficiosos para la salud en entornos naturales como los espacios verdes, los bosques, el océano y las montañas. Hasta la fecha, la investigación se ha centrado predominantemente en toxinas, partículas y alérgenos como el polen.

A continuación, necesitaríamos determinar cuáles de estos componentes pueden clasificarse como aeronutrientes.

Dado que ya se ha demostrado que la vitamina B12 en forma de aerosol es segura y eficaz, más investigaciones podrían explorar si convertir otros micronutrientes, como la vitamina D, en aerosoles podría ayudar a combatir las deficiencias de nutrientes generalizadas.

Necesitamos estudiar estos potenciales aeronutrientes en experimentos controlados para determinar dosis, seguridad y contribución a la dieta. Esto es particularmente relevante en lugares donde el aire está altamente filtrado, como aviones, hospitales, submarinos e incluso estaciones espaciales.

Quizás descubramos que los aeronutrientes ayudan a prevenir algunas de las enfermedades modernas de la urbanización. Un día, las pautas nutricionales pueden recomendar la inhalación de nutrientes. O que pasemos suficiente tiempo respirando en la naturaleza para obtener aeronutrientes además de llevar una dieta sana y equilibrada.

Flávia Fayet-Moore, profesora adjunta, Facultad de Ciencias de la Vida y el Medio Ambiente, universidad de newcastle y Stephen R. Robinson, profesor de Psicología, Investigación, Universidad RMIT

Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.

la conversacion